Rhys Hughes
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La primera muerte involucra una horca que funciona al revés. La cuerda es una de esas hechas de cáñamo místico y pelo humano que se alzan en el antiguo truco indio. Así que el verdugo tendrá que ser una especie de faquir; probablemente un asceta desdentado con las costillas como los barrotes de una jaula y una barba enmarañada. Cuando junte las manos, la cuerda saltará por los aires. Pero esto es demasiado bárbaro para nuestro propósito, así que tendrá que haber modificaciones. Ahora el faquir tira de una palanca y una serie de pesas se ponen en movimiento, las ruedas giran y zumban las correas de los ventiladores. Un juego mecánico de manos se junta en un aplauso colectivo y tanto la tradición como el progreso quedan satisfechos.
En cuanto al condenado, se trata sin duda de un insurgente o de un rebelde político. Los pequeños delincuentes son desmembrados y abandonados a los cuervos en los campos de cebada. Los disidentes religiosos son descuartizados en el circo. Solo los idealistas (y sus hermanos anarquistas) son preservados para la soga. El asunto es un evento al aire libre; todos los buenos espectáculos están disponibles en estos días para el consumo público. Es la vieja excusa para una juerga; canciones, bailes y bromas. Este tipo, nuestro condenado, el espécimen actual, pronuncia un noble discurso sobre la justicia y la moralidad. Así es como debe ser.
Redoblan los tambores, las trompetas hacen fanfarrias, la multitud lanza fruta podrida y bromas crueles. El verdugo tira de la palanca, pero no pasa nada. Una de las manos mecánicas ha sido robada. La otra mano aletea sin rumbo: el sonido de los aplausos de una mano se revela finalmente como el de una muerte próxima. Empieza a llover. Se llama a un ingeniero. Más tarde, en el charco dejado por el aguacero frente a la horca, se ve a un hombre que cuelga del modo correcto, hacia las estrellas.
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En el segundo caso hay una familia caníbal en algún lugar que, por alguna razón no especificada y patentemente ridícula, aún no se ha dado cuenta de que el canibalismo no es algo normal. Así que continúan en su ignorante felicidad en su vieja y destartalada mansión, atrapando a desventurados viajeros en redes tendidas a lo largo de la carretera y comiéndoselos, con botas y todo, en un guiso (invariablemente un estofado) regado con sidra de manzana de Adán, un juego de palabras espantoso y una bebida espantosa. Son una familia extraña; uno de ellos es sin duda un vampiro (¿el abuelo?) mientras que los demás son horrores y chiflados variados. Duermen durante el día e, invariablemente, consideran normal soñar en ataúdes individuales, con las tapas bien cerradas.
Una vez, reciben una carta del primo Stefan, que dice que viene de visita. El pánico es enorme. El primo Stefan es vegetariano. ¿Cómo van a servirle caldo de carne? No, no es posible. Tendrán que hacer un esfuerzo especial; el primo Stefan es un pariente respetado al que no ven desde hace más de una década. Después de dejar el viejo continente, se convirtió en un exitoso director de funeraria en el Este. Así que ha encontrado su nicho; y deben hacer todo lo posible para satisfacer a un invitado tan estimado. La sopa de viajero está fuera de la ventana; o por el desagüe más bien, y Papá y Mamá deben poner sus cabezas juntas (no difícil considerando que son gemelos siameses no separados) para encontrar una alternativa.
Cuando el primo Stefan llega, en un coche fúnebre turboalimentado, Papá y Mamá y el abuelo vampírico y los pequeños pero horribles y la mascota mítica (tal vez un basilisco, cuya mirada puede matar) y Purdy Absurdy están de pie en los escalones deteriorados del porche. Saludan al primo Stefan con una sonrisa y murmuran unas palabras en húngaro para recordar sus orígenes. El primo Stefan los sigue dentro de la casa y, en poco tiempo, la cena está servida. Conectado a una unidad de soporte vital por una docena de cables y tubos, un plato de vegetales adecuado, en este caso una víctima de un choque, espera la gracia y los brotes y la sal y la pimienta.
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El tercer caso es similar, salvo que aquí tenemos a Karl y Julia, que viven en una granja abandonada después de que una catástrofe global haya acabado con la mayor parte de la civilización (o eso creen ellos). La naturaleza está recuperando la Tierra. Así que Karl sale a cazar mientras Julia convierte en salchichas lo que captura. No son exigentes, por supuesto, así que Karl trae en su saco manjares como el petirrojo, el panda, el rinoceronte y el escarabajo. Un día dice: "Jaguar en las colinas. Lo oí anoche". El lenguaje también ha decaído y Karl siempre ha sido conciso en los mejores momentos. Carga su rifle, se ajusta el collar de huesos de pescado y se rasca el pelo grasiento y lleno de piojos.
Julia roe una vieja calavera y gruñe, con la cara rota retorciéndose y contorsionándose en un intento salvaje de formular una opinión. Resopla, tira la calavera con gesto amenazador y enseña sus dientes podridos. "Jaguar demasiado noble para destruirlo. Karl déjalo en paz". Pero Karl niega con la cabeza. "Karl matar. Jaguar morir. Nosotros comemos". Julia coge un fémur del suelo lleno de basura y arremete contra Karl, que gruñe y se aparta de su alcance. Julia le lanza el hueso. Karl desaparece por la puerta.
Julia se debate entre ideas extrañas. ¿Por qué habría de ser algo demasiado noble para destruirlo? Mientras reflexiona, oye un disparo. Diez minutos después, Karl está de vuelta con un saco en la mano. "Jaguar", dice, radiante. Se dirige al pasillo y luego a la habitación donde guarda sus trofeos. Mientras tanto, Julia suspira y saca sus cuchillos. Llaman a la puerta. Dos personas están en el umbral. Una dice: "¡Tiene que ayudarnos! Hay un loco ahí fuera, un loco armado". Julia asiente con simpatía y les invita a entrar. Al mismo tiempo, en la otra habitación, Karl mete la mano en su saco y saca su último trofeo, que clava en la pared junto a los demás: un reluciente tapacubos cromado.
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El cuarto ejemplo se refiere a un joven bastante deprimido, Thomas, que se acerca al borde de un acantilado y se arroja al vacío. Nadie sabe lo que realmente pretende, aunque no hay que pasar por alto lo obvio. Da vueltas por el espacio y pierde el conocimiento; tan relajado está ahora que, de algún modo milagroso, sobrevive al aterrizaje con no más de una docena de moratones en las piernas y el torso. Sin embargo, Thomas no lo sabe y, cuando despierta, asume que está muerto. Pero es consciente de lo que le rodea, así que finalmente decide que debe de ser un fantasma. No hay otra explicación. Se levanta, se cepilla y flexiona sus músculos fantasmales.
Piensa que debe adoptar su papel por completo. Se convertirá en un espíritu maligno. Hará todo lo posible para dañar a la gente. Así que se dirige al pueblo más cercano y espera a su primera víctima. Un anciano, con una pierna postiza, sale tambaleándose de la oficina de correos sobre un bastón nudoso. Thomas aparta el palo de una patada y, una vez que el hombre está en el suelo, le quita la pierna postiza y lo golpea con ella hasta matarlo. A continuación, entra en YE OLDE TEA SHOPPE y mete una docena de bollos rancios en las fauces de todo el reparto de la producción de Blithe Spirit de la Sociedad Dramática de Aficionados local. Se atragantan lentamente, escupiendo migas y poniéndose azules en muertes reales tan cursis como cualquiera de las que hayan representado.
Varios ultrajes más tarde, cuando está en el proceso no del todo injustificado de obligar al vicario a comerse el caniche rosa de la señora Featherstonehaugh, collar, correa y señora Featherstonehaugh incluidos, es apresado por una turba vengativa de jugadores de cribbage, tenderos jubilados y ex militares (todas las medallas colocadas en las chaquetas al menor aviso) que lo persiguen fuera del pueblo y gritan: ¡asesinato índigo! Thomas se sorprende de que puedan verlo, pero no se preocupa en lo más mínimo. Lo persiguen hasta el mismo acantilado del que antes había saltado y esta vez no duda: es un fantasma y los fantasmas pueden volar. Es una lástima que ahora esté tan tenso, de expectación, de triunfo.
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El quinto punto es a la vez más sombrío y perverso. Tenemos a un solitario que vive en una buhardilla, o en un estudio, y que nunca habla con ninguno de los otros inquilinos del edificio. No tiene familia cercana (todos han muerto en circunstancias misteriosas y realmente espeluznantes), pero está plagado de tías. Está la tía Emily, la tía Theresa, la tía Hilda y la tía Eva. En los funerales de su madre o de su padre o de sus hermanos o hermanas, se turnan para murmurar perogrulladas como "tienes los ojos de tu padre" o "tienes la nariz de tu madre" o "tienes las orejas de tu hermana" o cosas por el estilo. El solitario se limita a asentir y fruncir los labios. Una vez de vuelta en su pequeña habitación, rebusca en las tablas del suelo y saca las bolsas de plástico que allí se esconden. Es todo desesperación. ¿Cómo lo saben?, se lamenta.
(6)
Ahora estamos de vuelta en alguna lúgubre y fría ciudad, destartalada y asmática, durante las profundidades del invierno. Una figura encorvada sale de la ventisca, envuelta en una capa raída con capucha. Saca una llave diminuta del bolsillo y abre una puerta que da paso a una luz y un calor apagados. Seguramente es el interior de una juguetería. Hay marionetas y autómatas, animales maravillosos colgados del techo con cuerdas, cajas de sorpresas y muñecos de tamaño natural. Con un suspiro de satisfacción, la figura encorvada se quita la capa y se frota las manos (guantes sin dedos, naturalmente) con alegría. Lleva un paquete bajo el brazo. Lo deposita con cariño en una silla y lo desenvuelve. Hay un brazo mecánico, brillante y extraño en la tenue iluminación. La figura encorvada lo lleva hasta una marioneta que está sentada tranquilamente en un rincón y lo ajusta con cuidado. La marioneta está completa. Ahora tiene dos brazos. La figura encorvada da cuerda a esta marioneta y, después de esta, a todas las demás. Pronto la tienda se llena de animales y personas que bailan.
Hay una secuencia de golpes salvajes en la puerta. La figura encorvada hace una pausa en su danza y se apresura a descerrajar el cerrojo. La abren de un empujón y tres hombres siniestros con pesados abrigos y sombreros de chistera fuerzan la entrada.
—¿Doctor Coppelius? —gritan—, tenemos una orden de arresto contra usted. —Le ponen un papel arrugado delante de las narices—. Tenemos razones para creer que hoy ha robado voluntariamente parte del aparato de ejecución erigido por el ayuntamiento para castigar a los infractores de la ley. A saber, un brazo mecánico. Debido a esta acción, la sentencia contra un agitador tuvo que retrasarse casi dos horas.
El doctor Coppelius se deja llevar encadenado. Su juicio es breve y directo en todos los aspectos. Como reconocimiento a su posición en el mundo académico, se juzga que cortarle los miembros y abandonarlo en un campo de cebada sería inapropiado. También lo sería el descuartizamiento en el circo y la soga pública. Se le concede el raro honor de enfrentarse a un pelotón de fusilamiento. El día señalado, se oyen disparos y diez balas impactan en su corazón a la vez. Le brotan resortes y no poco aceite sale de su boca.
Título
original: Six Characters in Search of an Executioner
Traducción
del inglés. Sergio Gaut vel Hartman
Rhys
Henry Hughes es un escritor de fantasía y ensayista galés nacido en 1966 en
Cardiff. Ha cultivado diversas formas de ficción, desde relatos cortos hasta
novelas. Entre muchas otras obras, ha publicado las siguientes novelas y
colecciones de cuentos: Worming the Harpy and Other Bitter Pills (1995), The
Smell of Telescopes (2000), Stories from a Lost Anthology (2002), A
New Universal History of Infamy (2004) –Parodia y homenaje a Jorge
Luis Borges–, Engelbrecht Again (2008), Twisthorn
Bellow (2010), The Brothel Creeper (2011), The
Abnormalities of Stringent Strange (2013), The Pilgrim's
Regress (2014), Flash in the Pantheon (2014), Brutal
Pantomimes (2016), Cloud Farming in Wales (2017), The
Honeymoon Gorillas (2018), Crepuscularks and Phantomimes (2020), Weirdly
Out West (2021), Utopia in Trouble (2021), Comfy
Rascals (2022), The Senile Pagodas (2022), Adventures
With Immortality (2023), The Wistful Wanderings of Perceval
Pitthelm (2023).
Si no hubiese averiguado que Hughes practica el absurdo y la literatura ergódica, lo habría maldecido por confuso. Deberé profundizar en ese humor sutil y complejo para captar mejor su contenido.
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