MISIONERO
Juan Carlos Aguilar
Un atardecer sombrío trae un viento suave, seco y frío que se arremolina alrededor del cuerpo maltrecho y moribundo de un ser extraño a esas tierras.
Sus últimas divagaciones lo llevan al momento en que adoptó aquella forma para mezclarse con los nativos. Sin duda había pagado un precio muy alto por su transformación.
El conocimiento que traía solo podía ser accedido de un modo gradual e intermitente, pues el cerebro de aquellas primitivas criaturas solo podía procesar cierta cantidad de información al mismo tiempo. Como una represa que se descarga de manera controlada para evitar una catastrófica inundación. Así, algunas cosas las sabía de antemano y otras salían ocasionalmente de la bruma para aclarar el panorama; eso sí, siempre en el momento justo. Todo era parte del plan; sabía lo necesario en el momento preciso para cumplir su misión.
Pero, ¿había cumplido? La incertidumbre inherente a su condición actual era una sombra ominosa que aún perturbaba su paz interior. ¿Será que el trabajo y las privaciones, el ejercicio voluntario de sacrificar su verdadera naturaleza habían sido en vano? Algo le decía que no estaría seguro hasta el último momento, cuando ya no quedase nada más por revelar.
Había sentido compasión por aquellas toscas criaturas que aún desconocían las responsabilidades asociadas al nivel de conciencia que recientemente habían adquirido de sí mismos, a su capacidad para crear, así como de destruir el medio que les rodeaba y a sus semejantes. Hizo lo posible por hacerles entender lo esencial para superar sus impulsos, centrados aún en los más fundamentales instintos de supervivencia, rezagos de sus antepasados menos evolucionados.
No era de extrañar entonces que ese temor visceral que sentían aquellos seres hacia todo lo que les resultaba oscuro o incomprensible, hubiese devenido en su predicamento actual. Haber adoptado aquella forma para poder parecerse a ellos no había sido suficiente, tenía que actuar como ellos, pensar como ellos para ser aceptado. Pero eso hubiese sido un despropósito.
El dolor de la carne maltratada y expuesta, minaba sus sentidos. Ya no le era posible concentrarse en sus reflexiones. Incapaz de moverse, su respiración resultaba apenas un susurro imperceptible. Su mente fue entregándose lentamente al sopor de la asfixia. Hacia el final, solo pudo sentir un brevísimo pico de dolor, luego la calidez de la sangre empapando la piel fría y reseca de su costado desnudo, mientras el ruido de la brisa y las carcajadas del centurión se difuminaban como un eco en el vacío.
Finalmente, su conciencia se liberó, llevándose consigo todas las respuestas.
Juan Carlos Aguilar nació en Judibana, estado Falcón,
Venezuela, en 1966. Es ingeniero mecánico de profesión. En 1985 ingresó al
recién creado Ubik, Club de Ciencia Ficción de la Universidad Simón Bolívar
(Caracas, Venezuela), donde participó activamente. Ubik USB fue pionera en el
nacimiento de la literatura moderna de Ciencia Ficción en Venezuela y
responsable de la publicación de distintas iniciativas editoriales: Cygnus, la revista de ciencia ficción, La gaceta de Ubik, Necronomicón, así como de incontables proyectos de promoción del género, incluyendo concursos y foros. Juan Carlos publicó
sus relatos y artículos en todas ellas. Luego de culminada su etapa
universitaria, funda con Jorge De Abreu y otros ubikuos, la Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía
(AVCFF), mediante la cual vio la luz el primer portal web dedicado a la CF en
Venezuela (1997). Esta nueva plataforma abrió paso a otras publicaciones como Ubikverso, Desde el lado obscuro, Necronomicón,
segunda época y Mundo Ubikuo, en las cuales Juan Carlos contribuyó como autor y coeditor. Representó primero a Ubik USB, y luego a la AVCFF, en MagicCon (1992), ConFrancisco
(1993), Intersection (1995), TorCon (2003), Nippon (2007), World Fantasy
Convention (2008), Chicon 7
(2012) y Loncon (2014). Aparte de
preparar carteleras y mesas promocionando lo que se hacía en Venezuela para
estos eventos, participó en foros, como voluntario y agente de prensa, trayendo de vuelta material impreso,
fotográfico y audiovisual, así como historias y entrevistas de distintas personalidades del género.
Recuentos de sus andanzas aparecieron en las publicaciones de Ubik USB y la
AVCFF. En 2015 coedita y publica
el libro 12 Grados de Latitud Norte, Antología de Ciencia
Ficción venezolana. Como asiduo colaborador y amigo, durante más de 30
años, de Jorge De Abreu, crea en 2021 el Premio
De Abreu de ciencia ficción y fantasía, en conjunto con Vladimir Vásquez,
autor del blog La cueva del lobo. El
galardón se otorga anualmente desde entonces. Los ganadores y finalistas de cada año son publicados, en formato impreso y digital, por
Ediciones Ubikness (brazo editorial de la AVCFF), a través de la plataforma de
Amazon. Vive desde el 2008 en Canadá,
desde donde continúa manteniendo el portal web y el grupo de Facebook de
la AVCFF.
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