Patricio Pron
Sinergia se engalana con la
presencia de Patricio Pron. ¿Por qué lo digo? Lean la sintética biografía que
insertamos al final de su artículo y lo sabrán. Con respecto al trabajo en sí mismo
no agrego nada: el título habla a las claras y obliga a leerlo.
NINGUNA HISTORIA reciente de
la literatura menciona obras como “El crepúsculo de la tierra” o “La raza de
los amos”; y sin embargo, fueron escritas algo antes de 1953. Merecedor de un
premio Hugo póstumo, Adolf Hitler, su autor, disfrutó de una cierta popularidad
en los Estados Unidos en la segunda mitad de los años treinta, como lo prueba
el éxito obtenido por sus novelas “El emperador de los asteroides”, “Los
constructores de Marte” y “El triunfo de la voluntad”. Nacido en Austria el
veinte de abril de 1889, Hitler emigró en su juventud a Alemania, país en cuyo
ejército sirvió durante la Gran Guerra; en Múnich intervino durante un breve
período en actividades políticas extremistas antes de emigrar en 1919 a los
Estados Unidos, donde se ganó la vida como ilustrador y traductor ocasional en
el Greenwich Village para luego
comenzar a escribir ciencia ficción. Murió en 1953, poco después de terminar “El
señor de la esvástica”, obra en la que resumió sus principales preocupaciones.
Esta (por supuesto) sustancial
alteración del pasado es propuesta por Norman Spinrad en El sueño de hierro (1972); pero la suya no es la única reescritura
de los hechos de la que disponemos: autores como Kurt Vonnegut, Philip K. Dick
y Brad Linaweaver, entre otros, urdieron relatos alrededor de la figura de
Adolf Hitler y los trágicos hechos que este desencadenó. Las suyas y decenas de
otras ficciones pretenden explicar un horror que aún perturba, suscitado por
una concatenación de hechos tan implausible que solo parece poder ser narrada
por un género que se rebela una y otra vez contra el concepto de verosímil.
UNA FICCION PATOLOGICA. En su
“Comentario a la segunda edición”, Spinrad describe “El señor de la esvástica”
como un libro “escrito en seis semanas por un escritor de obras populares que
nunca demostró talento literario, y que bien pudo haber escrito el libro
mientras sufría los primeros síntomas de una paresia” o parálisis leve inducida
por la sífilis; sus complejas coreografías militares, el fálico saludo
doctrinario y el uso de cuero negro en los uniformes de las SS serían el
producto, asimismo, de un “fetichismo mórbido inconsciente, que solo puede atraer
a una personalidad muy desequilibrada”.
El sueño de hierro es un complejo juego literario donde lo que ha
sucedido no ha tenido lugar pero se impone sobre la realidad, las opiniones del
narrador rebasan las de sus personajes y el nazismo resulta de la búsqueda de
pureza racial en un mundo post-atómico: en él, un héroe racialmente puro
conquista el poder en Heldon (de “Held”, héroe en alemán) e inicia una guerra
contra la humanidad degenerada por la radiación. El libro no es una ucronía, es
decir, una reconstrucción lógica de la historia a partir de acontecimientos que
nunca sucedieron: lo que Spinrad narra ha tenido lugar, con ligeras variantes
(no hubo conflagración nuclear, por ejemplo), en el mundo extratextual; en el
del texto, sin embargo, la idea de que un megalómano embarque a todo un país en
una guerra racial solo puede resultar verosímil en el marco de una ciencia
ficción “patológica”. Sostener lo contrario significaría, según el narrador, “aceptar
como verosímil la idea de que una nación se arrojará a los pies de un líder por
obra de manifestaciones multitudinarias de fetichismo público, de orgías de
estridente simbolismo fálico, y de asambleas de oratoria histérica adornadas
con antorchas. Es evidente que una psicosis nacional de ese carácter no cabe en
los límites del mundo real”.
UN LIBRO COMO CLAVE. Ubicar
la pesadilla nazi dentro de esos “límites” ha sido tarea de docenas de autores,
entre ellos Spinrad. En los manuales del género se utilizan las expresiones “historia
alternativa”, “ucronía”, “alohistoria”, “contrafactual” y “What-if” para
describir obras como la suya en las que, en un determinado momento del pasado,
se produce un punto de divergencia (“POD” por sus siglas en inglés) a partir
del cual el devenir histórico tal como lo conocemos se ve modificado. Sus
antecedentes se remontan a la novela de Benjamin Disraeli El maravilloso cuento de Alroy (1833), acerca de un judío que funda
un imperio global con capital en Bagdad durante el siglo XII, Todavía puede suceder de Edmund Lawrence
(1899), donde Napoleón invade Gran Bretaña, y la obra de Castello Newton Holford
Aristopia: una historia novelada del Nuevo
Mundo (1895), en la que se fabulan unos Estados Unidos muy distintos de los
que conocemos.
Una versión refinada de la
ucronía en la que aparece el juego de espejos del libro dentro del libro puede encontrarse
en el bestseller de Brad Linaweaver Luna
de hielo (1988), donde los diarios de Joseph Goebbels y su hija permiten
acceder a un relato de primera mano de la victoria nazi así como a un plan de
las SS para eliminar a todos los no-arios mediante armas químicas. En Patria (1992), en cambio, la Alemania
nazi ha tenido éxito al invadir Rusia en 1941 y, tras descubrir que Gran
Bretaña ha descifrado el código Enigma, ha firmado un tratado de paz con sus
enemigos; para 1964, el Reich se extiende por gran parte de Europa al tiempo
que Francia y Gran Bretaña se encuentran bajo regímenes títeres, grupos de
guerrilleros aún combaten en la antigua Unión Soviética, la Casa Blanca es
ocupada por un Kennedy que realiza una tibia apertura a Berlín y Hitler se
prepara para celebrar su septuagésimo quinto cumpleaños. Unos días antes de la
celebración, Xavier March, el detective de homicidios de la Kriminalpolizei
(policía de investigaciones), es llamado a esclarecer el asesinato de un
oficial nazi de alta graduación: su investigación revela lo sucedido con los
judíos durante la guerra, en esta novela de Robert Harris y en el mundo
extratextual.
Más importante (y
considerablemente mejor escrita que las anteriores), Buena puntería (1982), la novela de Kurt Vonnegut, instala el
nazismo en el Medio Oeste estadounidense a través de la figura de Rudy Waltz,
el heredero singularmente perturbado de una familia acaudalada cuya vocación
artística lo lleva a instalarse en Viena al final de la Primera Guerra Mundial
con la idea de ingresar en su Escuela de Bellas Artes; no lo consigue, pero
allí conoce a un sujeto llamado Adolf Hitler que también ha fracasado en su
examen de ingreso a la institución, de cuyas ideas se empapa: Waltz le compra
unas acuarelas por compasión y de esa manera, salvándolo de una muerte segura,
pone en marcha la Historia tal como la conocemos.
Escrita por Philip K. Dick en
su etapa más turbulenta, El hombre en el
castillo (ganadora del Premio Hugo de 1963) describe un mundo ligeramente
distinto al de Buena puntería: en él,
japoneses y alemanes han ganado la Segunda Guerra Mundial y ocupan los Estados
Unidos; mientras los primeros controlan Hawái y la Costa Este, el área de
influencia de los segundos se extiende por el Oeste y el Sur, aunque disminuye
en el área de las Montañas Rocallosas. Pesadillas similares serían inventadas
luego por diferentes autores, con ligeras variantes, pero Dick fue el primero
en abordar semejante coyuntura. En su libro, dos obras son de importancia
capital: el I-Ching, consultado
cotidianamente por los personajes (y que Dick utilizó para dar forma a su
novela), y The Grasshopper Lies Heavy,
un libro censurado por los nazis cuyo autor es Hawthorne Abendsen. Un puñado de
personajes caminan sobre un hilo tensado entre esos dos volúmenes: Mr. Tagomi,
preocupado por la definición de lo que es correcto en oposición a lo
equivocado; Frank Frink, un artesano que falsifica artefactos de la cultura popular
norteamericana de preguerra; y su ex esposa, quien se siente fascinada por el
libro de Abendsen, que describe a Estados Unidos como triunfador de la Segunda
Guerra Mundial, y se dirige a las Rocallosas para encontrar a su autor sin
saber el peligro al que lo expone con ello.
En el mundo de El hombre en el castillo Japón y
Alemania se encuentran al borde de una guerra nuclear, la esclavitud es
tolerada y la raza negra ha sido eliminada por los nazis, que ultiman en su
persecución a los pocos judíos sobrevivientes. El interés obsesivo de los
ocupantes japoneses por los viejos artefactos de la cultura estadounidense
resulta uno de los hallazgos de Dick: justifica la especulación sobre la
historia como fuente de legitimación última de lo real al ser puesta tácitamente
en entredicho por Frank Frink, que la falsifica. El libro de Hawthorne Abendsen
es una ficción que, paradójicamente, solo puede ser leída como tal en el
interior de la ficción de Dick; porque aunque distorsionada, es nuestra
realidad histórica.
UN HOMBRE SIN ATRIBUTOS.
Aunque difícil de ubicar en el marco de la ciencia ficción, El joven Adolfo de la escritora inglesa
Beryl Bainbridge, por su parte, es una ucronía que narra otra versión posible
de los hechos históricos. Hacia 1912 Hitler huye a Inglaterra para eludir el
servicio militar y se refugia en la casa de su hermano, un vendedor de hojas de
afeitar; aunque el viaje nunca tuvo lugar (según Ian Kershaw), Bainbridge se
vale de los rumores en torno a él, de los que algunos biógrafos se hacen eco,
para ofrecer un retrato impiadoso de los años de miseria y depresión de Hitler
exponiendo así una fundamentación plausible de qué pudo haberlo llevado a
desatar el mayor horror de los tiempos modernos.
El magnetismo de la figura del
Führer y el enigma que esta representa han llevado en numerosas ocasiones a que
las razones del ascenso del nacionalsocialismo se reduzcan a las supuestas
características personales de su líder, lo que, a su vez, ha tentado a
escritores como Bainbridge a escribirle una biografía alternativa a menudo más
verosímil que la que se corresponde con los hechos históricos. Un ejemplo es la
reciente Ha vuelto de Timur Vermes
(2012), que, sin alterar sustancialmente su biografía hasta 1945, lo imagina “despertando”
en Berlín en 2011, convirtiéndose en estrella de la comedia televisiva y
empleando su popularidad para volver a hacerse con el poder. Un caso similar es
el de la novela de Jean-Pierre Andrevon Le
dernier dimanche de Monsieur le Chancelier Hitler [El último domingo del
Señor Canciller Hitler] (1995): en ella, sin embargo, Estados Unidos y Japón no
han intervenido en la Segunda Guerra Mundial y Alemania ha sido derrotada por
la Unión Soviética; también la novela de Stephen Fry Haciendo historia (1996), en la que un estudiante graduado en esa
disciplina en Cambridge tiene la posibilidad de establecer un punto de
divergencia en 1889 dejando estéril a Alois Hitler, padre de Adolf; al regresar
al presente se encuentra con un mundo donde un líder carismático (que no es
Hitler y lo sobrepasa en capacidad militar) conduce a una Alemania nazi a la
conquista de Europa, con una Solución Final ligeramente diferente a la que tuvo
lugar en el mundo extratextual. Algo similar ocurre en Painted Bridges [Puentes pintados] (1994) de Barbara Delaplace, en
la que Hitler es confinado en 1910 en un asilo donde un psiquiatra judío que
experimenta con terapia artística consigue “curarlo”, con las consecuencias
históricas por todos conocidas. En La
part de l’autre [La parte del otro] (2001), por su parte, Eric-Emmanuel
Schmitt presenta la vida de un Hitler al que sí aceptan en la Escuela de Bellas
Artes de Viena y en Elleander Morning
(1984) Jarry Yulsman lo “mata” en 1913 solo para que años después una mujer lea
un extraño libro titulado Time-Life
History of World War II y acceda a la historia alternativa, es decir, real.
Curiosamente, la posibilidad de que Hitler hubiera sobrevivido a la guerra, que
tanto eco ha encontrado entre los aficionados a las teorías conspirativas en el
Río de la Plata, es apenas tenida en cuenta en el marco de la ciencia ficción.
Una excepción a esto es la
nouvelle de George Steiner, El traslado
de A. H. a San Cristóbal (1981), en la que un anciano y decadente Hitler
logra sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial y es hallado en la selva amazónica
por un comando judío. Basado explícitamente en El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, el controvertido texto
de Steiner cumple uno de los sueños más caros a los judíos: encontrar a Hitler
vivo para interrogarlo sobre el por qué del Holocausto.
EL FANTASMA DE LA LIBERTAD.
Quizás el más obvio de los recursos a la hora de intentar una ucronía sea el
del viaje en el tiempo, que Gregory Benford y Jack L. Chalker utilizan en Valhalla (1986) y The Shadow Dancers [Los bailarines de la sombra] (1997) respectivamente.
Más aquí o más allá de lo predecible se encuentran obras como Memo to the Leader [Memorándum para el
líder] de William Walling (1978), Reich
de Alain Paris (1986) y “Le bourreau de Rostock” [El verdugo de Rostock] de
Franck Morrisset (1999). El uso de este recurso argumental arrojó mejores
resultados (inolvidables, de hecho) en otros dos libros, sin embargo: Matadero Cinco o La Cruzada de los Niños
de Vonnegut (1969) y El cuerno de caza
de Sarban (1952).
Billy Pilgrim, protagonista
del primero de ellos, es un hombre alienado por la terrible tragedia de la que
ha sido espectador, una víctima de los extraterrestres o una suma de ambos. Su
peregrinaje comienza cuando es testigo del bombardeo aliado a la ciudad de
Dresde, un hecho real ocurrido el 13 de febrero de 1945 que costó la vida a más
de cien mil civiles, que murieron en cuestión de horas incinerados o asfixiados
por bombas incendiarias; tras ser liberado por los rusos, Pilgrim vaga por una
ciudad en ruinas hasta ser, aparentemente, secuestrado por unos extraterrestres,
que lo exhiben en un zoológico con la expectativa de que se reproduzca con una
actriz de cine: enfrentarse con la realidad de su animalidad refuerza en
Pilgrim sus ideas acerca de la insignificancia de la vida humana y le sugiere
ácidas reflexiones que los extraterrestres refutan, argumentando que solo se
debe disfrutar de los momentos felices, olvidando los otros.
De este argumento,
insatisfactorio para personaje y autor, resulta la ambigüedad del libro, puesto
que Matadero 5 es tanto una novela de
ciencia ficción como una reflexión moral. El libro parece mostrar que incluso
una persona por completo integrada con su medio social puede albergar a alguien
torturado por los recuerdos, incapaz de otra cosa que no sea peregrinar por las
diferentes estaciones de su vida en busca de una explicación. En ese sentido,
su relato sobre la cautividad entre los extraterrestres parece una fabulación
inventada para llevar algo de cordura a un mundo enloquecido por la guerra.
EN POCOS GÉNEROS la distancia
entre la idea genial y el exabrupto es tan corta como en la ciencia ficción.
Así, numerosos autores han caído en el ridículo al intentar encontrar una
variante al tema nazi, algunos al parecer sin hacer nada por evitarlo. En The Sacrifices of War [Los sacrificios
de la guerra] (1998), por ejemplo, Robert E. Sojka describe una contienda naval
hacia 1945 entre nazis y aztecas. David Brin narra el destino de un oficial
norteamericano a punto de ser sacrificado por los nazis mediante un ritual que
(ay) acaba despertando al panteón noruego en Thor meets Captain America (1986). Albert Einstein deviene músico
profesional y posteriormente espía envuelto en líos de faldas por culpa de la tentadora
Eva Braun en “Al Einstein-Nazi Smasher!” [Al Einstein, ¡el nazi está como un
tren!] de Lea Hernández. El mismo Brad Linaweaver cae en el ridículo en “Under
an Appalling Sky” [Bajo un cielo atroz] (1992), donde una expedición
internacional dirigida por los nazis en 1941 con el propósito de desacreditar
al judaísmo busca el Santo Grial pero encuentra… al Yeti.
UN MUNDO FUTURO. En 1943 Alan
Querdillion pierde el sentido cuando recibe una descarga eléctrica al intentar escapar
de un campo de concentración alemán; al despertar, advierte que está en un
hospital cuyo personal viste uniformes de un material desconocido y se niega a
decirle dónde y en qué año vive. Querdillion ha recobrado el conocimiento en un
futuro en el que los nazis han triunfado en la Segunda Guerra Mundial, ahora
llamada Guerra de los Derechos Germanos: descubrirá que se encuentra bajo la
órbita del conde von Hackenberg, el guardabosque mayor del Reich, quien ha
llevado la caza de humanos a un inaudito grado de perfección sádica.
El autor de esta inquietante
pesadilla es John William Wall, del cual hasta fecha reciente solo se conocía su
seudónimo: Sarban. Nacido el seis de noviembre de 1910 en el condado inglés de
South Yorkshire, formó parte del servicio diplomático cumpliendo funciones en
Medio Oriente y África del Norte desde 193; en 1952 publicó El cuerno de caza. La obra de Sarban
incluye, entre otros, las colecciones de relatos Ringstones and Other Curious Tales [Piedras angulares y otros
cuentos curiosos] (1951) y The Doll Maker
and Other Tales of the Uncanny [El fabricante de muñecas y otros cuentos
extraordinarios] (1953), además de varios libros inconclusos, uno de los cuales
no ha acabado de ser traducido al inglés aún, por estar escrito parcialmente en
un dialecto del árabe. Wall murió en Monmouthshire en 1989.
Un mérito de su libro es introducir gradualmente el futuro
de horror en que su personaje se encuentra; otro es no limitarse a la tópica
descripción de las hordas de humanos clonados. Sarban muestra la Alemania triunfante
como una nueva sociedad feudal dominada por una especie de dios loco cuya
perversión y absolutismo expresa la violencia en la que se basa la ideología
nazi; para el autor, el fin lógico de la barbarie nazi no era la eliminación de
los judíos o la obtención de “espacio vital” para el pueblo alemán, sino la
total imposición de un régimen sádico basado en la violencia y la sumisión.
Cuando Querdillion reflexiona sobre lo que ha visto, solo puede describirlo
como “el terror de lo indescriptible”; su afirmación alcanza a todos los
intentos ficcionales por intentar explicar lo que resulta inexplicable: la
imposición de un régimen de terror con la anuencia y parcialmente el apoyo de
millones de personas.
Patricio Pron nació en Rosario,
Argentina, el 9 de diciembre de 1975. Es doctor en filología románica por la
Universidad Georg-August de Göttingen, Alemania. Su trabajo ha sido premiado en
numerosas ocasiones, entre otros con el Premio Juan Rulfo de Relato, y
traducido a más de media docena de idiomas. Entre sus obras más recientes se
encuentran los libros de relatos La vida interior de las plantas de
interior (2013) y Lo que está y no se usa nos fulminará (2018),
así como las novelas El comienzo de la primavera (2008), El
espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (2011), Nosotros
caminamos en sueños (2014) y No derrames tus lágrimas por
nadie que viva en estas calles (2016), el ensayo El libro
tachado: Prácticas de la negación y el silencio en la crisis de la literatura (2014)
y el libro para niños Caminando bajo el mar, colgando del amplio cielo (2017).
En 2010 la revista inglesa Granta lo escogió como uno de los
veintidós mejores escritores jóvenes en español. Recientemente fue galardonado
con el Premio Alfaguara de Novela 2019. Pueden obtener más información sobre él en: https://patriciopron.com/
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