jueves, 22 de agosto de 2019

EDITORIAL - SINERGIA BLOG - 22-08-2019

Hace poco más de treinta y seis años, en el verano de 1983, se iniciaba la aventura de Sinergia. A lo largo de doce números, el último de los cuales apareció en el otoño de 1987, intenté cumplir con los objetivos propuestos en el editorial del primero de ellos, y quedé en cierto modo satisfecho. Sinergia nació, creció, consolidó algunas opiniones y se hizo oír. La modestia de la empresa no permitía aspirar a mucho más, pero en la medida de las posibilidades, Sinergia cumplió con su cometido.
Y luego… hibernó, fue puesta en animación suspendida. Admiradora incondicional de Walt Disney (a Sinergia siempre le gustaron los villanos de película, aunque fueran de dibujos animados, y también las ironías despiadadas) trató de emularlo. Mis colaboradores y yo mismo encaramos otras actividades, nos disparamos en diversas direcciones. Si por entonces alguien me hubiera preguntado por Sinergia habría respondido que tenía tantas posibilidades de volver a la vida como el tío Walt...
Pero entre las pocas premisas que acuñé a lo largo de una vida dedicada a la ficción especulativa está el único dogma que acepto: nada es inmutable, el cambio es la ley suprema y el que se monta a esta clase de peripecias tiene que aceptar que pasará la vida corcoveando.
En lo personal, más allá de canas y metamorfosis, he seguido escribiendo, seleccionando, publicando. Uno existe, late, transcurre... vaya a saber qué es adecuado para nombrar una actividad creativa, más allá de que la creación tenga, o no, valor.

Ilustración de Carlos Alberto Sánchez

En los últimos meses, y tras un intento fallido de convertir Sinergia en revista digital, algunos hechos presionaron para que reconsiderara mi postura. Me resistí un poco, porque no me gustan las presiones, pero tras reflexionar acerca del asunto, descubrí que sí, que era posible relanzar Sinergia, esta vez como blog, para aprovechar el material acumulado y dar a conocer ficciones y comentarios que me fueron llegando últimamente. La relectura de los editoriales de la década de 1980 y algunas opiniones vertidas en prólogos, listas y reuniones inducen a creer que la coherencia expuesta merecía una expresión acorde, por mí y para mí, por supuesto, pero también para un cierto número de escritores, artistas, diseñadores, ensayistas y lectores con quienes comparto ideas y proyectos.   
En el editorial de Sinergia Nº 1, antes de que existieran otras revistas análogas que, a su vez, hicieron época y trazaron sus propias rutas, escribí:
“Hemos ido enterrando naves, mutantes, robots, extraterrestres, al mismo tiempo que adquiríamos lugares, personajes y situaciones derivados de, adyacentes a, yuxtapuestos con la realidad oficial”.
Jamás odié la ciencia ficción. Amo la ciencia ficción, pero nunca la consideré el único sistema válido para deconstruir lo real y rearmarlo, con los mismos materiales pero con otro diseño, en espacios diferentes, específicamente en el universo dos, la ficción. La ficción, en tanto ámbito, es una parte de la realidad, pero no lo es por importancia, aunque no parece necesario aclararlo. "Los hombres son capaces de concebir un mundo", dice Borges en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", y a nadie tiene por qué importarle de qué materiales o de qué planos y mapas se valen para hacerlo. Un concepto situado más allá de los límites establecidos, tanto de la ciencia ficción como del mainstream, es posible. “Sinergia se propone cubrir el flanco desprotegido de la narrativa diferente, inclasificable, alternativa o experimental (todos estamos en libertad de elegir otras denominaciones, ya que el tema no es cómo designarla)”.
Eso dije en 1983 y lo repito ahora, treinta y seis años después. Tal vez, como el tiempo acentúa algunos rasgos y alisa otros, en parte para desarmar expresiones de incredulidad o para calmar estupores, he utilizado con cierto fervor una expresión bien definida para designar lo que sobra designar: narrativa conjetural. Y la narrativa conjetural será la estrella que guíe lo que se publique en Sinergia de ahora en más.
Esto es Sinergia. Como me gusta. Vehemente y receptiva. Con la arrogancia que provee ser imitada por los que han agotado su inventiva, por los torpes que miran por el ojo de la cerradura cuando la puerta está abierta y la mesa servida. Segura de los pasos que dará, aunque no haya planificado el derrotero. Ilimitada en su capacidad para aceptar orígenes, formas, grafías y estilos diferentes.
Y por sobre todas las cosas, fiel a sí misma, tal como queda demostrado en estas líneas y en el ancho universo de creaciones que les ofreceré a partir de este momento.

Sergio Gaut vel Hartman

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