viernes, 23 de agosto de 2019

ENTREVISTA A CHRISTOPHER PRIEST


ENTREVISTA A CHRISTOPHER PRIEST, por Sergio Gaut vel Hartman

Esta entrevista al gran escritor inglés Christopher Priest ya tiene más de diez años. Fue una pena no poder publicarla en su momento, pero una pena mayor sería dejarla para siempre en la oscuridad. En el lapso transcurrido, Priest escribió algunas obras que no están mencionadas en la entrevista y lamentablemente falleció Claudia De Bella, la maravillosa escritora y traductora que me honró con su amistad durante tantos años y sin cuya ayuda esta entrevista no podría haberse realizado. Y, lamentablemente, el 2 de febrero de 2024 también falleció Priest. Para actualizar en parte lo omitido y para que conozcan un poco más al autor, incluyo el enlace que lleva a la Wikipedia.  

Fotografía de De Éric Messel, 2019

¿Has pensado todas sus novelas como una exploración de las cosas aparentes o el juego de espejos e invisibilidades que realizas es el resultado de un propósito que permanece invisible para mí?

No todas mis novelas (ya que me llevó varios años el terminar de resolver en qué estaba yo interesado) sino, probablemente, de mi quinta novela en adelante. Se intitulaba A Dream of Wessex. (Sueño Programado, Colección Ciencia Ficción EMECE, Nro. 27)
Lo que me interesa es el conflicto entre realidad subjetiva y objetiva. En términos más sencillos, esto significa: ¿experimento yo las mismas cosas que tú? La evidencia experimental ha indicado que la mayoría de la gente ve las cosas de manera diferente. Por ejemplo, si vas a la corte y oyes a los testigos, siempre vas a percibir un asombroso conflicto en las evidencias.
“La lucha era entre cuatro hombres”
“La lucha era de dos hombres y una mujer”
“Lo vi sosteniendo un cuchillo”
“No vi a nadie que sostuviera un cuchillo”
“La policía tardó más de media hora en llegar”
“La policía llegó inmediatamente”
“La mujer tenía el cabello rubio”
“Todos tenían el cabello castaño”
Es una cuestión de rutina de la que difícilmente uno toma conciencia. Es normal para la gente el ver las cosas de manera diferente. De hecho, en la corte, los jueces siempre entran en sospechas cuando las evidencias coinciden. Para mí, es más interesante no concentrarme en el mundo externo de la realidad (ya que todos sabemos que algo pasó). Tampoco deseo explorarlo ni cuestionarlo (ya que, al fin y al cabo, el mundo real no es tan inusual). Lo que realmente me intriga es por qué la gente ve las cosas de maneras diferentes, o de ninguna manera, y cómo reaccionan ante eso. Gente que actúa en base a una comprensión errónea del mundo termina, en ocasiones, convertida en asesinos psicópatas, o inician guerras e invaden el territorio de otras gentes, se vuelven locos o se suicidan. Pero otros se convierten en soñadores y poetas, dedican sus vidas a ayudar a los demás, conciben maravillosos inventos, editan webs literarias… o escriben literatura fantástica.

Dices que tardaste algunos años en poner a funcionar lo que te interesaba. Leí esas cuatro novelas (Indoctrinaire, 1970; Fugue for a Darkening Island, 1973; Inverted World, 1974; The Space Machine, 1976) y noto dos líneas que se cruzan: una más típicamente de sf y la otra próxima a una ficción especulativa “política”. En especial en tus dos primeras novelas exploras un territorio al que no pareces demasiado interesado en regresar. ¿Esto es el resultado de que piensas que la política forma parte de la cara externa de la realidad, que la política no es algo verdaderamente “real”? Todas las novelas posteriores a A Dream of Wessex parecen menos colectivas, más individuales, y los hechos de los periódicos pasan a cierta distancia de lo que le interesa a los personajes. ¿Es así deliberadamente?

Uno crece como escritor de la misma forma en que crece como persona. Yo comencé a escribir muy joven y tardé un tiempo en decidir no solamente quién era (en el sentido humano) sino también qué quería escribir (en el sentido de ser escritor). Pero a lo largo de toda mi carrera he desarrollado un tema común y subyacente. En cierta forma, es: ¿con cuánta seriedad debemos tratar a la ciencia ficción? Por mi parte, la trato con total seriedad y creo que estoy trabajando de una manera sólida y tradicional dentro de la escritura inglesa. Pero debido a lo que ocurrió en los Estados Unidos (la literatura fantástica se transformó en un bien de uso popular gracias a las revistas, historietas, películas, etc.) hace años que es bastante difícil lograr que la gente se dé cuenta de que la ciencia ficción es material serio. Generalmente no se la escribe con la suficiente seriedad debido al continuo predominio norteamericano, pero eso no modifica la realidad central: que el corazón de toda la ciencia ficción es una metáfora que utiliza modismos fantásticos. Es lo mismo que ocurre con cualquier otra clase de novela, en cuyas metáforas empleamos modismos más familiares.
Así que, desde el principio mismo, nunca me interesó mucho escribir sobre alienígenas, naves espaciales, gente con armas explosivas y demás. Sí experimenté con esas cosas en algunos de mis primeros cuentos cortos, pero pronto me di cuenta de que no me salían nada bien. Mencionas mi primera novela, Indoctrinario (Quizás te interese saber, incidentalmente, que el primer idioma al que me tradujeron fue el castellano, con una edición venezolana). La inspiración principal para esa novela fue una película llamada The Round-Up, de Miklos Jancsó, un director húngaro. Esto se acopló a mi estado de alarma por lo que estaba sucediendo con las selvas tropicales de Sudamérica (sí, ya en aquel momento las estaban talando), más alguna información que tenía sobre la forma en que ciertos estados comunistas estaban utilizando técnicas experimentales para lavarles el cerebro a sus víctimas, todo lo cual me proporcionó el comienzo de la idea para una historia.
Fugue for a Darkening Island (también publicada en Venezuela) la escribí por una combinación similar. En ese caso, fue instinto político: indignación por algunas situaciones racistas que se estaban dando en mi país con la gente extranjera que venía a vivir aquí. Pero también como un experimento, con la forma que la ciencia ficción podía otorgarle. En aquel entonces yo estaba fuertemente influenciado por el cine, y creía que Fugue… era una especie de película underground.
Poco después, cuando escribí Mundo invertido (que, de muchas maneras, es lo más cerca que estuve de escribir una novela de ciencia ficción tradicional), simplemente traté de tomar los materiales básicos de una historia de ciencia ficción y encararlos desde un ángulo distinto. En ese caso, estaba probando la idea de escribir más autobiográficamente. No es fácil verlo ahora, en el libro terminado, pero tal era mi intención en aquel momento: crear un grupo de circunstancias que yo no había vivido nunca, ni podría vivir jamás, pero tratando de entenderlas como si yo formara parte de ellas. ¡En aquel momento parecía tener sentido!

Yo te “descubrí” gracias a esas dos primeras novelas editadas en Venezuela, aunque las leí en orden inverso. Justamente por ese motivo quedaste en mi esfera de interés, ya que nuestro enfoque es muy parecido al que adoptas para escribir: una ciencia ficción sin alienígenas, sin alta tecnología, sin rayos mortíferos. ¿Piensas que tiene algún sentido trabajar para “despegarnos” de esa ciencia ficción al estilo de Hollywood y que podríamos aspirar a un lector que sólo se aleja del rótulo ciencia ficción y no de la metáfora que utiliza modismos fantásticos? ¿Te parece válido “engañar” al lector serio, que busca especulación audaz y buena literatura pero que no está dispuesto a leer ciencia ficción porque imagina, a priori, que se encontrará solo con el aspecto “visual” del género, con su iconografía y sus convenciones? ¿Podríamos, en síntesis, crear algo nuevo a partir de desterrar el rótulo y crear uno nuevo o ninguno?

Es una queja conocida, pero a lo largo de los años la ciencia ficción se ha estado "atontando" persistentemente en respuesta a las percepciones de lo que requiere el "mercado". Un género en el que algo tan poco original, nada interesante y de tercera categoría como Star Trek se ha convertido en una especie de definición icónica, claramente está en problemas. Y no es solo Star Trek, por supuesto... hay otros ejemplos por todas partes. Probablemente, la mejor manera en que puedo describir este proceso de decadencia es basándome en lo personal. Cuando me interesé por primera vez en escribir ciencia ficción, me parecía que esta tenía un núcleo interno, un corazón, que albergaba una escritura buena, o seria, o ambiciosa, que era más o menos indefinible, excepto al decir que era ciencia ficción. Incluía a algunos de los mejores escritores de la época: J. G. Ballard, Brian Aldiss, Philip K. Dick, John Sladek, Thomas Disch, Samuel R. Delany y demás. Ninguno de estos escritores producía lo que popularmente se consideraba ciencia ficción. Ya entonces, se escribían y publicaban historias sobre grandes naves espaciales, robots tontos e invasiones de hormigas gigantes, que eran vistas por mucha gente como la "verdadera" ciencia ficción... aunque más no fuese porque confirmaban los prejuicios de los que nunca habían leído buen material. Pero lo otro estaba en el margen externo, en el borde, en el borde lunático. Me parecía que la ciencia ficción era una forma de literatura genuinamente subversiva, radical y excitante. También me parecía que valía la pena luchar para intentar que, de alguna manera, fuese reconocida por más gente que tan solo una minoría iluminada.
Pero, a medida que pasaron los años, el centro se ha desplazado. Ahora, la ciencia ficción se define más o menos en base a lo que hace Hollywood, lo que se escribe en diarios y revistas, y lo que los publicitarios utilizan como truco para vender jabón en polvo o autos, y las imágenes que se emplean provienen, casi exclusivamente, de la tontería. Dentro del mismo proceso, la escritura seria, reflexiva o radical se ha vuelto marginal, así que, en lugar de ser el poderoso corazón oculto del género, la verdadera escritura fantástica ahora es considerada una actividad extremista que sólo le interesa a una minoría, que no tiene nada que ver con la clase de ciencia ficción "verdadera" que popularmente se identifica con Arnold Schwarzenegger, George Lucas, Gene Roddenberry y toda esa porquería.
Me preguntas sobre las etiquetas. Durante años he tratado de hacerle entender a la gente que las etiquetas literarias solo generan ortodoxia y que la ortodoxia tiende a restringir las libertades del escritor porque siempre contiene reglas, listados y ejemplos de los que uno se desvía a su propio riesgo. Lo mejor que se puede hacer es simplemente escribir "un buen libro" y esperar lo mejor. Pero los editores y libreros, e incluso los lectores, constantemente quieren saber de qué "tipo" de libro se trata, y los escritores, en un sincero esfuerzo por complacer a la gente, tienen que seguir la corriente.
Pero también los escritores son culpables de inventar esas malditas etiquetas. En años recientes, hemos visto el surgimiento del cyberpunk, el steam punk, el new wierd, el slipstream, la “ciencia ficción mundana”. Todos, o casi todos, son intentos catastróficos de hacer que los escritores se ajusten a las reglas del partido y se vuelvan apparatchiks. A lo único que estoy cerca de adherirme es al slipstream, pero mi uso y comprensión del término es algo diferente del de los demás, especialmente de los norteamericanos. Los escritores de Estados Unidos que hablan del slipstream quieren que este se transforme en otra etiqueta, en otra ortodoxia... entonces hacen listados de ejemplos, publican antologías, escriben ensayos serios sobre el tema y tratan de definirlo de una manera que (a) lo diferencie de la ciencia ficción, pero (b) siga reportándoles la misma cantidad de dinero. No acepto ninguna de las dos cosas. Para mí, el verdadero slipstream es un estado mental, algo que refleja un estado interior de interés o consciencia, que no está confinado solamente a la ficción. Si se lo mira desde ese ángulo, se encuentran ejemplos por todos lados: en la pintura, la arquitectura, la música, la poesía y el cine.



Coincido sin dificultad con tu postura de que la verdadera acepción de slipstream debe reflejar un estado interior de la conciencia y no se limita solo a la ficción. Pero en tu ficción habitan elementos perturbadores, obligas a personas "reales" del pasado (Churchill, Tesla, Hess) a jugar con roles cambiados, reescribes la historia y reescribes la historia personal de los personajes, como en La afirmación, El glamour o El último día de la guerra. ¿No crees que esa clase de juego confunde al lector, lo asusta, que los lectores de hoy en día son más chatos, que piden obras fáciles y digestivas o por el contrario apuntas a exigirles más, te atreves a señalar que lo que leen habitualmente es chatarra, que hay manjares y ellos se los pierden? ¿Te parece que con esa estrategia al final será posible ganarlos para una literatura capaz de reflejar estados interiores de la conciencia o describir alteraciones de la realidad?

El peor error que puede cometer cualquier escritor es subestimar la inteligencia de sus lectores. Esto es especialmente cierto en el caso de la gente a la que le gusta leer ciencia ficción.
Esa es mi primera reacción a tu pregunta. La segunda es, nuevamente, bastante personal. Lo que yo escribo es lo único que puedo escribir. No apunto mis libros hacia lectores preconcebidos de ninguna clase. No pienso "a los hombres les gustará este" o "este es para adolescentes" ni nada que se le parezca. Yo escribo solamente lo que puedo, de la mejor manera que puedo. Siempre supongo que hay lectores que soportarán mi trabajo lo suficiente como para descubrir si les gusta o no. Mi experiencia siempre ha sido buena a este respecto: los lectores parecen dispuestos a seguirme, vaya donde vaya.
Creo que a lo que quieres llegar, sin embargo, es a que muchos realizadores cinematográficos, muchos productores de televisión y algunos editores suponen que el público masivo es estúpido, que busca solamente excitación barata o sensaciones fáciles. Sospecho que esa es una verdad demostrable (no que la gente es estúpida, sino que los productores piensan que lo es). No obstante, de alguna manera, las obras inteligentes aún logran hacerse o publicarse, pero admito que a veces parece que estuviéramos tratando de pelear contra un tsunami de basura.
La mejor ciencia ficción siempre ha tenido dos elementos fuertes. El primero es el entretenimiento. La mayoría de la ciencia ficción es, o debería ser, lectura para disfrutar. Debe ganarse tu interés y luego recompensarlo con una historia sólida, personajes creíbles, situaciones plausibles y un estilo de escritura decente. El fantástico es, esencialmente, una forma de luz. Debe hacerte reír a carcajadas, sudar de entusiasmo, morderte las uñas de terror, sentir que el corazón te late con fuerza de lujuria o de amor. (También puede ser una no-luz, una médium densa: en la ciencia ficción hay grandes tragedias, visiones de futuros infernales, tendencias alarmantes, situaciones preocupantes). Pero, cualquiera sea su calidad superficial, siempre tiene que existir el segundo elemento: la ciencia ficción debe hacerte pensar. Debe tratar sobre temas reales, o importantes, o nuevos, o interesantes. Para decirlo de otro modo: debe ser como cuando lees un libro y no puedes dejarlo, y cuando lo terminas no puedes olvidarlo y nunca lo olvidarás.
Siempre he sostenido que estos elementos mellizos de la literatura fantástica hacen de esta una forma única: una combinación de seriedad y diversión.

La mención a los gemelos, aunque te estabas refiriendo a otra cosa, me da pie para preguntar algo que ronda mi cabeza desde hace rato: los gemelos y los reflejos son muy frecuentes en tu obra. Incluso hay personajes que son como gemelos de sí mismos, ya que aparecen en dos funciones, como narradores de una historia que los tiene como personajes. ¿Se trata de una recurrencia deliberada? La imagen en el espejo, funcionando con independencia y autonomía, ¿qué significado especial tiene para ti? No solo los Sawyer o algunos personajes de El prestigio, también Peter Sinclair en La afirmación aparece desdoblado y los “invisibles” de El glamour son como dobles no reflejados, pero existentes. Parece algo más que un mero recurso narrativo.

Los gemelos son una prueba de la realidad determinista. Todos formamos parte de un universo determinista, pero los gemelos idénticos nos permiten entender que el libre albedrío es una ilusión. Investigaciones recientes sobre las vidas de gemelos idénticos ya adultos, que se separaron por una u otra razón, o bien apenas nacidos, han revelado que sus vidas separadas han seguido líneas de una similitud sobrenatural. Tienden a casarse con gente que se llama igual, les ponen los mismos nombres a sus hijos, prefieren cierta marca de cerveza, compran ciertas marcas de coches. Algunos hasta sufren accidentes de la misma clase y al mismo tiempo.
Si tener un gemelo revela todo esto, entonces también nos revela que los hijos únicos (los que nacieron sin un gemelo) están igualmente sujetos al universo determinista. Esto me da la impresión de ser un material muy rico para un novelista.
Y también está el fenómeno, frecuentemente demostrado pero no probado científicamente, de que los gemelos idénticos parecen tener una conexión psíquica. No hay ninguna duda de que tal cosa existe, dados los ejemplos anecdóticos que surgen siempre que uno conoce a alguien que tiene un gemelo. Nuevamente, esto me indica que, si es cierto para el caso de los gemelos, entonces eso mismo, o algo parecido, debe ser cierto para todo el mundo.
(Incidentalmente, anticipando tu próxima pregunta: sí, nuestros hijos son gemelos. Pero son mellizos, no idénticos).
No me atreví a ver The prestige, la película, y aunque me costó muchos años de trabajo, ya estoy casi convencido de que el lenguaje literario y el cinematográfico son dos cosas distintas... lo que no impide que yo siga viviendo cada adaptación cinematográfica como algo problemático, con cierta dosis de traición a la obra de ficción que le dio origen.

¿Cómo viviste esta experiencia? Es decir, ¿estás satisfecho, no te importa, te molesta algo de lo que hicieron los Nolan, mucho, todo? ¿Cómo has vivido otras situaciones análogas aunque no estén involucradas tus obras? Blade runner, Soy leyenda, El señor de los anillos, Soylent green, Stalker, Solaris, Terramar para Hallmark...

Esta pregunta tiene una respuesta tan complicada que el año pasado escribí todo un libro sobre el tema (no puedo lograr que nadie lo publique, así que por el momento está languideciendo en un archivo en alguna parte). Responderé lo más brevemente posible. Disculpa la brusquedad.
Siempre mantuve la postura de que la literatura y el cine son dos formas artísticas separadas, con diferentes desafíos, métodos, expectativas, etc. Aunque muchas películas se basan en libros, también se basan en experiencias de la vida real, en anécdotas, en el folklore, en obras de teatro, en otras películas, en supersticiones y en muchas otras cosas. Los libros no están ligados a las películas de manera exclusiva. Por lo tanto, en pocas palabras, yo no esperaba que la película El Prestigio reprodujera el libro renglón por renglón. ¡Por otro lado, tampoco esperaba que tiraran a la basura la mayoría del mejor material del libro y se concentraran en lo fácil! La historia de la película es (para mí) como si escucharas a un borracho contando mi libro de memoria, habiendo entendido mal el argumento y emparchándolo con fragmentos inventados para rellenar los agujeros, recordando de repente una buena escena... y repitiendo los chistes pero rematándolos con frases erróneas.
Dejando eso de lado, la película me pareció bastante buena la primera vez que la vi (es innegable que eso de sentarse en un cine y ver uno de tus libros en Panavision es una experiencia impresionante), pero desde entonces me desconecté de ella y ahora directamente no puedo ni mirarla.
Hay una escena en la mitad de la película (cuando Angier realiza su truco con un doble, interpretado por el mismo actor) que, en términos fílmicos formales, es una obra maestra. Nadie, salvo yo, parece haberlo notado o advertido pero lo analizo en profundidad en mi libro no publicado sobre la película. Creo que, en los años venideros, esa escena finalmente será comprendida, estudiada y apreciada por los realizadores de cine.
La secuencia inicial también es excelente, casi un ejercicio de manual acerca de cómo plantear un argumento complicado de manera económica. Me resulta apasionante, y admiro a los Nolan por la forma en que la hicieron.
Sin embargo, hay una escena en la mitad (cuando Angier le dice a Olive que vaya a espiar a Borden) donde los Nolan interpretan la motivación del personaje de manera completamente equivocada. Si el film no estuviera tan magistralmente editado, el público tendría tiempo de pensar en lo que ha visto y se daría cuenta de que la historia ha perdido el sentido. El final arruinado y cliché me hace sonrojar de vergüenza.
Conocer a Michael Caine fue una decepción significativa. Yo siempre había admirado bastante su trabajo y me parecía que en El Prestigio había estado bien. Pero cuando me lo presentaron, me miró con desprecio, retrocedió un paso, dijo que él nunca hablaba con escritores y se fue. Por otra parte, conocer a Andy Serkis fue una delicia. La banda de sonido está como amortiguada en toda la película y muchos de los diálogos son inaudibles. Tendrían que volver a mezclarla.
Todavía estoy enojado porque el director se tomó la atribución de bloquear la publicación del libro en los Estados Unidos para acompañar el estreno de la película, un vil acto de mezquindad que me costó miles de dólares de ganancias. En varias entrevistas de aquel momento, Nolan dijo que no quería que el libro revelara el final de su película, dejando de lado completamente dos cosas. Primero, que el final de la película y el del libro son totalmente distintos. Segundo, que el libro ya estaba a la venta en Gran Bretaña, Estados Unidos, Sudamérica y todos los países europeos más importantes desde hacía doce años. Igual que mucha gente del mundo cinematográfico, parece que Nolan piensa que nada existe hasta que cae en las manos Hollywood.
Yo personalmente elegí a Nolan como director (porque había varias propuestas que competían para transformar el libro en película), creyendo que era un director joven genuinamente talentoso, con verdadera imaginación y una originalidad refrescante. Su primer film norteamericano, Memento, fue una experiencia fascinante. Pero antes de hacer El Prestigio hizo una película de Batman estúpida y pretenciosa. Inmediatamente después de hacer El Prestigio, hizo una segunda película de Batman. ¿Cómo creés que me siento yo respecto a eso?

Sería formidable publicar tu libro como respuesta, aunque sea complicado. Y tal vez lo malo de todo esto es que no me sorprendo en absoluto. ¿Cómo creo que te sientes por todo lo ocurrido con tu libro? Creo que te sientes como cualquiera se sentiría, como yo me sentiría, si me que entero que han lastimado a mi hijo... Claudia De Bella, la traductora que está trabajando conmigo en esta entrevista, coincide contigo en que la escena en la mitad de la película, cuando Angier realiza su truco con un doble, es una obra maestra. Ella también lo notó, por lo que ya son dos... Pero estimo que eso es todo lo que se puede lograr de una adaptación cinematográfica: alguna buena escena, buenas interpretaciones. El “todo” de una obra literaria es imposible de aprehender, nunca será más que una parcialidad, en el mejor de los casos, un puñado de buenas intenciones, pero siempre “otra” cosa. Yo soy lector de la obra de Stanislaw Lem y los hermanos Strugatski, y me enojó mucho lo que hizo Tarkowski con Solaris y Stalker. ¿Tienes opinión formada sobre eso? Los Strugatski se expresaron con mucha dureza acerca de la adaptación, aludiendo que el concepto mismo había sido vulnerado. En vista de eso, ¿volverías a intentarlo? ¿Aceptarías que un realizador serio adaptara alguna de tus otras novelas?

Cuando les mandé el libro a los editores norteamericanos por primera vez, todos parecieron pensar que yo tenía la intención de que saliera publicado junto la película. No paraban de decirme: "La película todavía no se estrenó", o "La película estaba en cartel el mes pasado, pero ya no", o "No podemos publicarlo ahora, antes de que aparezca el DVD" y así sucesivamente. Siempre les parecía "demasiado pronto" o "demasiado tarde" para que saliera mi libro, de modo que ninguno estaba dispuesto a publicarlo.
Pero yo pensaba en el largo plazo. Me interesan la teoría y la historia del cine. No hay muchos ejemplos de estudios sobre películas escritos por el autor de la obra original. ¿Qué pensaba Dashiell Hammet de El Halcón Maltés? ¿O Philip Van Doren Stern de It's a wonderful life? ¿O John Steinbeck de Las Uvas de la Ira? ¿O Cornell Woolrich de Rear Window? Hay centenares de ejemplos similares. Quizás lo único que puede agregar a una película el autor original es una nota al pie, pero aún así sería una nota al pie muy interesante en la mayoría de los casos. La mayoría de los escritores mueren antes de que se reconozca la calidad de las películas basadas en sus libros. It's a Wonderful Life, una de las más disfrutables, importantes e influyentes películas de Hollywood, ni siquiera recuperó el dinero de la inversión cuando se estrenó; durante muchos años se la consideró dentro de la zona oscura del catálogo de Capra, y se hizo ampliamente conocida y apreciada recién cuando venció el copyright y se pudo exhibir en televisión. Incluso al día de hoy, poca gente parece estar al tanto de que se basó en un cuento corto. El autor murió en la oscuridad. Yo todavía estoy vivo, con la mente lúcida, escribiendo activamente, de modo que creo que valió la pena agregarle a El Prestigio mi nota al pie, porque la película parece ser cada vez más propensa a ganar estatura a medida que pasa el tiempo. Pero en eso yo no tengo ninguna influencia.
En todo caso, pienso guardar el libro en un archivo, seguir hablando de él, y algún día algún editor se dará cuenta de sus posibilidades, o bien lo publicaré yo mismo. Hoy en día, el acto físico de imprimir un libro es poca cosa.
No me gustaron las peliculas Solaris y Stalker de Tarkowsky, pero tengo las dos en DVD y me propongo darles una segunda oportunidad (algún día). También tengo intenciones de leer Picnic extraterrestre de los Strugatski (algún día). Sí leí la novela Solaris de Lem, pero se sabe que la traducción al inglés es mala, por lo que no tengo una verdadera idea de cómo es.
Como dije antes, creo que un libro que se filma debería adaptarse al nuevo medio pero, a menos que el realizador capture el espíritu del libro, recree la esencia particular del original, realmente no le veo el sentido.
El cuanto a otras adaptaciones, actualmente hay una de Fugue for a Darkening Island que se está haciendo en Australia. Me encantaría ver una película basada en The Separation (pero no me puedo imaginar cómo podría hacerse). Hubo proyectos de hacer The Glamour repetidamente a lo largo de los años, y hay por lo menos dos guiones escritos en su totalidad, pero nunca se concretó nada, y lo mismo ocurre con A Dream of Wessex. A menudo he dicho que me encantaría que filmaran La Afirmación, pero presenta las mismas dificultades para los realizadores que la novela de John Fowles, La Amante del Teniente Francés. Al final, esta última la adaptaron incluyendo un tonto romance tras bambalinas de Harold Pinter, así que espero que La Afirmación tenga un mejor destino que ese.

La forma particular en que concibes la ficción especulativa y lo que a mí me gusta llamar, como alguna vez lo hizo Borges, narrativa conjetural, me lleva a preguntarte si reconoces afinidades con otros escritores, tanto del campo fantástico como del mainstream. He leído novelas de Ishiguro, Atwood, Roth, Shepard, Mieville y cuentos de Kit Reed, Terry Bisson, Ted Chiang, Lewis Shiner, Alan DeNiro (y también muchas obras de escritores argentinos y latinoamericanos) que han roto con los géneros o utilizan recursos de la ciencia ficción en obras que no pertenecen al género, sin pudores ni reservas. Más allá de que es fácil de entender que estamos en un tiempo de sincretismos y fusiones, me interesa saber qué te gusta a ti, qué reconoces cercano en estética y concepto.

No he leído ciencia ficción convencional desde hace años. Leí casi todas las obras clásicas de CF (de aquella época) a principios de los '60, cuando era adolescente. Después de un par de años, mi interés comenzó a apagarse y me dediqué a otras cosas. Ahora leo quizás uno o dos libros de CF por año, e invariablemente son de amigos íntimos, o cuando un editor me envía un ejemplar de algo que los entusiasma, o cuando debo escribir una crítica para un diario o revista.
Pero sigo manteniendo el interés en lo que tú y el maestro Borges llaman narrativa conjetural. Nunca estoy seguro de cómo llamarla. Es lo que excita y estimula la imaginación, lo que tiene un sentido indescriptible de "otridad", lo que se rehúsa a ser definido como cualquiera de las categorías convencionales. A veces utilizo el término slipstream, acuñado en los Estados Unidos, para intentar describirlo, pero no estoy de acuerdo con la manera en que los norteamericanos usan esa palabra. Parecen tener la intención que el slipstream debería convertirse en una categoría editorial nueva, o mejor, diferente (una categoría que excluya el material que a ellos no les gusta), mientras que yo prefiero pensar en la obra conjetural como parte de un movimiento de ideas o artístico mucho más grande, que incluya toda clase de cosas. Creo que el material slipstream o conjetural no se puede definir en sí mismo, pero que puede ser instintivamente reconocido por gente que sea receptiva al mismo. De esta manera, el slipstream puede incluir poesía, música, cine, instalaciones de arte, teatro, etc., al igual que literatura. Para dar un par de ejemplos, incluiría a las películas Intacto (del director español Fresnadillo) o Being John Malkovich (del director norteamericano Jonze) como ejemplos recientes de slipstream puro. Del mismo modo, la literatura slipstream incluiría alguna ciencia ficción, pero no toda; algo de realismo mágico, pero no todo; algo de ficción general, pero no toda.
Me encantan los cuentos de Borges. Un descubrimiento bastane reciente es Steven Millhauser, un escritor de relatos cortos norteamericano realmente raro y brillante. El polaco-americano Jerzy Kosinski, H.G. Wells, J. G. Ballard. La no-ficción de George Orwell ha tenido una gran influencia en mi interés por el estilo literario. Las primeras dos o tres novelas de John Fowles me parecieron extremadamente liberadoras, demostrando que las historias se pueden construir de modos ingeniosos o inusuales sin dejar de ser sencillas de leer. También me gustan Angela Carter, Steve Erickson, eh, eh, eh... me estoy empezando a quedar sin nombres. Todo este asunto de la "otridad" es lo que me atrae. Mi precepto global es que los escritores generales o del mainstream realmente no tienen muchas cosas interesantes de las que escribir, de modo que tratan de perfeccionar el arte de las cosas pequeñas: sus vidas interiores, sus experiencias personales, sus observaciones de la vida que los rodea. Un escritor conjetural se inicia y se desenvuelve en un campo de batalla enteramente distinto, donde las ideas o percepciones grandes son lo más importante, donde se ofrece un punto de vista nuevo o diferente. En vez de interesarse por las vidas de la gente, la sociedad misma se convierte en la preocupación. En las obras conjeturales, los trucos e innovaciones de la ciencia ficción tradicional se transmutan en inventiva, interrogantes, descubrimientos y demás. El tono es distante, irónico, extraño, inquisitivo, a veces satírico.
Pero no quiero que tú ni cualquier otro piensen que esta es la definición de slipstream. Es esencial considerarlo un movimiento orgánico, una serie de impresiones o expectativas, la descripción de sentimientos o ideas, más que de afirmaciones u observaciones.
No sé si esto responde a tu pregunta porque, aunque tu pregunta es clara, el material que nos interesa a ti y a mí es, por naturaleza, impreciso e incategorizable.



Toda tu respuesta es clara y me da placer leer tus opiniones porque las coincidencias son facetas de una gema llamada felicidad... Me quedo especialmente con dos conceptos muy fuertes: que el material que nos interesa es, por naturaleza, impreciso e incategorizable y que no se puede definir en sí mismo, pero que puede ser instintivamente reconocido por gente que sea receptiva al mismo. En Sinergia avanzamos en esa dirección eligiendo obras que instintivamente reconocemos como “otra cosa”, sin poner límites precisos a los que los autores pueden enviarnos. Lo mismo ocurre con las ilustraciones y los ensayos. Esto me lleva a algo personal: ¿qué estás escribiendo en este momento? ¿Puedes hablarnos de tus proyectos? Mi instinto me dice que quiero seguir leyendo lo que escribe Priest, ¿con qué me encontraré próximamente?

En 2001, cuando entregué el manuscrito final de The Separation (que me había demandado dos años y medio de trabajo incesante), estaba planeando escribir una narración corta basada en las islas del Archipiélago del Sueño. Si lo prefieres, un cuarteto de cuerdas, un ligero alivio después de terminar una sinfonía. Comencé a bocetarla un par de semanas después, pero casi de inmediato me tropecé con el efecto maligno de un editor joven de mi editorial británica, a quien habían promovido a un puesto superior a sus capacidades. Lanzó una masiva crítica de The Separation, exigiendo muchos cambios, agregando fragmentos y eliminando otros. Pronto se me hizo evidente que, de hecho, él no entendía la novela (por ejemplo, parecía creer que Rudolf Hess era una persona inventada por mí... quería que reescribiese toda la novela usando a este hombre real, aunque odioso, como personaje central), pero, como no estaba dispuesto a pasar el libro a la imprenta hasta que yo estuviera de acuerdo con sus ridículos cambios, quedé varado varios meses. Finalmente, introduje un pequeño cambio solicitado por él (una mejora genuina), pero tuve que pelearme interminablemente con él por las demás modificaciones. Se perdió casi un año por culpa de este repugnante, finalizado el cual me sentía completamente desmoralizado y sin ganas de escribir nada. (La novela ambientada en el Archipiélago del Sueño se perdió para siempre). Así permanecí hasta hace comparativamente poco tiempo.
Detesto dar excusas basadas en otras personas, pero nunca antes había tenido que tratar con un editor tan arrogante, incompetente y condescendiente. Fue una experiencia espantosa y ejerció en mí un efecto por completo negativo.
En 2005 me dijeron que la película basada en The Prestige estaba en marcha y eso generó, en efecto, otra distracción masiva que duró hasta finales del 2006. Aunque yo no tenía nada que ver con la filmación de la película, mi email de pronto se llenó con cientos de mensajes y consultas. Solía pasarme todo el día ocupado con eso.
Invertí gran parte del año pasado en trabajar en una historia original, un guión para un film, basado libremente en una oscura novela de Víctor Hugo. En realidad, la mayor parte de la historia es sobre la vida personal de Victor Hugo (que fue asombrosa... ¡una historia maravillosa a la espera de ser contada!). Actualmente, estoy esperando enterarme si el guión pasará a la siguiente etapa. Escribí algunos cuentos cortos, incluidos dos relatos nuevos sobre el Archipiélago del Sueño, que se incluirán en una edición revisada del libro el año que viene. También escribí el libro sobre la filmación de The Prestige que mencioné antes. Recientemente armé una colección de algunos de mis primeros cuentos cortos llamada Ersatz Wines, con la intención de que sea, en parte, un fragmento autobiográfico (trata sobre mis primeros años como escritor), y en parte un libro instructivo para otros escritores.
Sigo escribiendo ocasionalmente artículos para revistas y diarios. Depende de lo que me pidan, en realidad.
Y finalmente, estoy reflexionando sobre una nueva novela. Todavía está en las etapas iniciales y difusas... una serie de impresiones, imágenes, ideas, todas remolineando sin demasiado control. Creo vislumbrar qué puedo hacer con ellas, pero empezar siempre es difícil.




La post producción de The Separation parece haber sido toda una experiencia, casi una experiencia extrema. Espero que jamás te vuelva a ocurrir algo así. Pero presumo que los patanes y los idiotas abundan, aquí y allá. En una entrevista que le concediste a un medio español, que parece haber sido realizada por el hermano del “joven editor promovido a un puesto superior por su capacidad”, se deslizan dos o tres referencias a Philip K. Dick y Jorge Luis Borges, lo que me induce a preguntarte cómo opera en tu creación el conocimiento de la obra ajena. Es decir: uno aprecia la obra de otros escritores, a algunos, incluso, los admira, pero ¿hasta qué punto es permeable a las ideas y formas de los demás? ¿Pueden “El Aleph”, Ubik o algún libro de Ballard o Aldiss meterse a la fuerza en tus tramas, luchas contra ellos cuando eso sucede y pones una barrera, los dejas ingresar y luego los sometes a un proceso de "priestificación" hasta dejarlos irreconocibles o no te molesta y confías en que los lectores serán poco perspicaces y no se darán cuenta de lo que ocurrió?

La "influencia" de un escritor u otro generalmente se malinterpreta. Para mí, la influencia se basa fundamentalmente en darse cuenta, al leer la obra de otro, que podría ser posible intentar hacer tal y tal cosa. Para darte un ejemplo claro: La Amante del Teniente Francés de John Fowles me pareció una experiencia esclarecedora, porque en ese momento nunca se me había ocurrido que el autor mismo podía entrar en la novela como personaje de la historia. Fue, por supuesto, mi primera experiencia real del postmodernismo. No significa que yo instantáneamente traté de copiar las técnicas postmodernistas, pero sí lo sentí como algo liberador. Implicaba que había más posibilidades narrativas de las que me había dado cuenta, de modo que comencé a ser un poco más aventurero con mis propias técnicas narrativas.
En los treinta y pico de años que pasaron desde que leí a Fowles, las técnicas postmodernistas, desde luego, se han convertido en algo familiar y excesivamente utilizado por escritores de nivel inferior, por lo que ahora estan muy desacreditadas. Sin embargo, el efecto liberador de todo eso sigue siendo importante. Borges, por supuesto, es uno de los maestros de esa técnica, al igual que Vladimir Nabokov.
Algunos escritores, por buenos y admirables que sean, nunca sirven como influencia. Por ejemplo, siempre admiré la obra de Brian Aldiss, en particular sus cuentos cortos, pero estos nunca "me hablan", nunca me dan un puñetazo en las costillas y me dicen "¡Ahí tienes, intenta esto!". Por otro lado, cuando leo a un escritor que quizás está menos dotado estilísticamente, empiezan a surgir las posibilidades. El contemporáneo inmediato de Aldiss, J.G. Ballard, es un ejemplo de esto. No tiene el rango estilístico de Brian Aldiss, pero su asombrosa mezcla de ciencia dura, surrealismo, arte, cultura farandulera y erotismo siempre ha representado un enorme estímulo para mí, aunque más no sea porque demuestra que la literatura fantástica no tiene que tratar sobre las mismas porquerías viejas que aparecen en tanta ciencia ficción. Otro ejemplo es Jerzy Kosinski. Aprendió inglés como lengua extranjera y, de hecho, ¡aprendió el inglés del noreste de los EE.UU (un dialecto del inglés estándar) como idioma extranjero! Sus novelas están escritas desde la sensibilidad de Europa central, pero con una mezcla rara de inglés "correcto", con un vocabulario limitado, una falta casi completa de variedad gramatical y un estilo que es del tipo que se lee en los manuales técnicos instructivos. El resultado es hipnótico y aterrador. ¡Después de diez minutos de leer una novela de Kosinski, me siento capaz de escribir cualquier cosa!

Cuando mencionas que leer a Fowles te pareció una experiencia esclarecedora, porque hasta ese momento nunca se te había ocurrido que el autor mismo podía entrar en la novela como personaje de la historia, me das la oportunidad de introducir un tema que me resulta particularmente importante. El escritor mexicano Xavier Velasco escribió: "Toda ficción comienza cuando, deseosos de extender los límites de la realidad, y eventualmente digerirla mejor, nos desviamos de la carretera, y así nos preguntamos ya no tanto por lo que pasa, como por todo lo que podría pasar: un cosmos infinito en el que acaso preferiríamos perdernos, antes que continuar rodando por aquel despropósito asfaltado. (...) A la ficción la realidad le estorba, por imperfecta. (...) Lo inverosímil nunca pasa en la literatura, seguramente porque solo la realidad —corrupta de raíz— resiste la incongruencia". ¿Qué te provocan estos conceptos? ¿Qué opinas de lo verosímil y lo inverosímil, tanto en la realidad como en la ficción? ¿Debemos usar y abusar de la independencia que ofrece esa región de lo existente a la que llamamos ficción y construir mundos sin preocuparnos por las deudas que dejamos impagas o la correspondencia entre realidad y ficción debe respetarse y en algún punto tenemos que pagar por lo que consumimos?

Me temo que no conozco la obra de Xavier Velasco, pero creo que comprendo lo que quiso decir. La ficción es una construcción. En su naturaleza, es una metáfora, de modo que el autor la crea, la construye, la desarrolla, como si fuera un edificio artificial que puede utilizar para sus propios fines. Dentro de esa metáfora, pueden ocurrir sucesos reales o que parecen reales, y se puede invitar al lector a que acepte esa cuasi-realidad como propuesta de trabajo. Por ejemplo, si un personaje se mete en un coche y lo conduce a alguna parte, el lector tiene el permiso de creer que el personaje realmente puede conducir un coche, que es un automóvil real o común, que ese personaje está viajando de un lugar a otro en ese coche. En ese sentido, todo es real... pero por supuesto, se trata solamente de una construcción metafórica incluida dentro de una obra de ficción, de modo que en realidad no existe. El lector ha aceptado la metáfora del escritor y reacciona ante ella en términos que les son comprensibles a ambos.
Por otro lado, los personajes de las novelas rara vez se enferman de resfriado, o se rompen una pierna, o tienen ataques incontrolables de hipo... a menos que eso tenga sentido dentro de la historia. Los personajes de ficción casi nunca se sientan en el inodoro. Casi nunca duermen toda la noche. Casi nunca se sientan y no hacen nada. Casi nunca se pierden en una ciudad desconocida. No pierden el equipaje cuando viajan en avión (Como siempre, salvo que todo eso sea importante para la historia).
Una vez elaboré un proyecto para escribir una novela de ciencia ficción que era así:

En una sociedad futura, el hombre ha colonizado la mayor parte de los planetas habitables del sistema solar. La tecnología ha resuelto casi todos los problemas. Sin embargo, ocurren tres hechos al mismo tiempo. Está surgiendo una ciencia nueva y revolucionaria que cambiará el curso de la historia; hay una nueva y agresiva religión fundamentalista que está arrasando en todos los mundos; una escuadra de naves espaciales alienígenas se está aproximando al sistema solar con intenciones aparentemente hostiles.
Nuestro héroe, Joe, ha pasado la mayor parte de su vida comportándose como un ciudadano bueno y obediente, pero recientemente conoció a María y se enamoró de ella. Se trata de la hija librepensadora de un famoso revolucionario que tiene toda la intención de derrocar al régimen corrupto que gobierna todo el sistema solar. Contra su voluntad, Joe se ve arrastrado al interior de la campaña revolucionaria clandestina. Las primeras naves alienígenas comienzan a orbitrar la Tierra. Un experimento de la nueva ciencia provoca una explosión catastrófica que destruye una de las lunas de Marte. Maria parece estar bajo la influencia del máximo gurú fundamentalista, que la está llevando a participar de un complot que la destruirá.
Corriendo hacia ella para salvarla, Joe resbala en la cima de una escalera y sufre una grave caída. Se rompe la pierna en tres partes y tiene una conmoción cerebral. Reacciona un mes después, en un hospital. Tiene la pierna en tracción. No puede levantarse de la cama y necesita atención las 24 horas. Tiene que pasar las siguientes cuatro semanas en la cama del hospital. De vez en cuando, los demás personajes de la historia van a visitarlo, unos pocos minutos cada vez. Le traen flores y fruta, DVDs para mirar, música para escuchar, libros para leer. Lo mantienen al día con respecto a lo que va ocurriendo en el argumento. "Esas naves alienígenas... se fueron un par de días después." Viene Maria y le dice que ha desenmascarado al gurú y que ahora trabaja de secretaria. Las baterías del reproductor de CDs se gastan y Joe tiene que esperar tres días para que alguien le traiga otras de repuesto. Una de las enfermeras le dice: "A propósito, el régimen corrupto que gobierna todo el sistema solar ha renunciado y va a haber elecciones". Gradualmente, la pierna va mejorando. Muy pronto, Joe vuelve a caminar y la novela termina.

Llevado al extremo, esto ilustra el concepto general que implica la entrada de la realidad más absurda dentro de una novela. Por supuesto, nunca escribiría una novela así... y nadie la leería. (De hecho, es más divertido para nosotros que yo te la describa aquí).
La mayoría de mis novelas (reales) tienden a concentrarse en la diferencia entre lo real y lo que parece real, los gemelos y los dobles, el poder de imaginarse más fuertes y más importantes (quizás) que la habilidad de vivir en el mundo real.
No puedo desechar eso...

Quiero agradecerte, en nombre de Sinergia y en el mío propio, que hayas accedido a responder a mis preguntas y por haber compartido comentarios extensos y sinceros; ha sido una experiencia enriquecedora.


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